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Capítulo tres: Andrew Starykowicz, triatleta profesional de orca, se estrena en el mundo del swimrun

Tal y como ya nos avanzaba en capítulos anteriores, Starykowicz nos cuenta aquí su experiencia en la preparación y participación del famoso SwimRun NC, que se celebró en el mes de noviembre en Carolina del Norte, Estados Unidos.

Tal y como ya nos avanzaba en capítulos anteriores, Starykowicz nos cuenta aquí su experiencia en la preparación y participación del famoso SwimRun NC, que se celebró en el mes de noviembre en Carolina del Norte, Estados Unidos.

ANDREW STARYKOWICZ - Professional triathlete

Viajar sin bicicleta para participar en una carrera es un concepto completamente extraño para mí. Caminar por el aeropuerto únicamente con una bolsa con gafas de natación, dos pares de zapatos para correr, un traje de neopreno de SwimRun de Orca, palas y un pull buoy fue lo que verdaderamente hizo darme cuenta del fin de semana que me esperaba.

Llegué a Hanging Rock el viernes y enseguida comencé a explorar el lugar. Empecé en la línea de salida / llegada de la prueba, estudiando el terreno del primer y último tramo de carrera y el último segmento de natación. Desde la orilla, se veía claro por qué partes del río tenía que pasar. Había zonas de rocas y zonas en las que, si tratabas de caminar, simplemente te hundías. Nadar era la única opción.

Luego exploré la parte del recorrido que se encontraba junto al lago Hanging Rock, incluida la subida a Moore's Wall (Pared de Moore). Las vistas desde la cima eran hermosas, y me alegro de haber subido antes de la carrera para poder disfrutarlas, porque sabía que el día de la prueba ni siquiera me fijaría.

Cuando terminé de inspeccionar la zona, me di cuenta de que había caminado más de 16 kilómetros en 24 horas, y ya me hacía una idea de cómo sería todo el recorrido. Podía informar de todos los detalles a mi compañero de equipo Jarrod Shoemaker.

El día de la carrera Jarrod estaba preocupado por las temperaturas... el agua estaba a 10ºC y la temperatura ambiente a 4,5ºC debido a un frente frío que se había asentado sobre la costa este. Personalmente, como soy del Medio Oeste de EE.UU., no me preocupaba demasiado, ese era mi clima favorito.

Nuestra estrategia de carrera era simple. Jarrod marcaría el ritmo en los segmentos de carreras y yo lideraría los de natación. Planeamos subir el primer tramo de carrera, que era de 7,5 kilómetros con dos subidas de cascada incluidas, a cierto ritmo y ajustar desde allí. En la línea de salida era extraño no conocer a nadie y no tener idea de quién estaba allí para competir por los primeros puestos.

Los primeros 800 metros de carrera transcurrieron por un camino de grava, lo que generó muchos movimientos y adelantamientos. A medida que nos acercábamos a la pista única, cosa que determinaría los siguientes 6,5 kilómetros, muchos equipos apretaban para estar entre el 2º y el 5º lugar.

Entonces, puse mi mano en la espalda de Jarrod y suavemente lo empujé hacia la delantera. No quería quedarme atrapado detrás de un equipo más lento que había salido demasiado fuerte. Había caminado por este sendero y sabía que la única forma de completar los siguientes 5 kilómetros era "dejar" que alguien pasara. Jarrod marcó un ritmo constante, fuerte, pero muy manejable en la carrera cuesta arriba desde el río hasta el lago. Yo quería ir más rápido, pero Jarrod, que ha estado compitiendo en carreras de aventura desde que se retiró del triatlón, tenía mejor conocimiento de cómo se desarrollan estas pruebas.

Cuando empezamos el primer tramo de agua no llegué a desenganchar las palas del cinturón, no me puse las gafas, ni el pull buoy entre las piernas. Olvidé que tenía estos elementos, estaba en modo totalmente salvaje. Aunque fue un simple chapuzón de 20 metros a través de una bahía, sirvió para calmar los ánimos y centrarnos.

El siguiente segmento de carrera fue de 400 metros por pista única a lo largo del lago, la precuela del primer tramo de natación de 500 metros. Entonces, reduje un poco mi ritmo y me preparé para lanzarme al agua. Me puse las palas en la muñeca, y me coloqué gafas y pull buoy mientras me metía en el agua. Miré por encima del hombro para preguntarle a Jarrod si estábamos listos, y vi que ya se estaba metiendo en el agua a toda velocidad. Me reí y pensé: “¡Allá vamos!”

El agua del lago era la más fría en la que me he bañado en años. Di las primeras brazadas boca arriba para evitar cualquier shock o reacción hipotérmica. Nadé con confianza, manteniendo a Jarrod a mis pies. Salimos del agua y subimos por el terraplén, y lo primero que salió de la boca de Jarrod fue: "QUÉ FRÍO". Respondí con un simple: "Ha sido refrescante".

Luego nos encontramos con otros 400 metros de carrera a través de un barranco para volver a nadar de nuevo unos 20 metros. Esta vez al menos usé mis palas que aún llevaba puestas desde el último tramo de natación. Nuestra temperatura corporal bajaba rápidamente... Corrimos hasta el siguiente tramo de natación, y esta vez volé al agua con Jarrod pisándome los talones. Mientras atravesábamos el lago, seguí reduciendo la velocidad para mantener a mi compañero a los pies.

Cuando salimos del agua, le pregunté a Jarrod si estaba bien, ya que me había dado la sensación de que empezaba a sufrir calambres debido al frío. Prácticamente no pudo articular palabra, así que nos detuvimos en el avituallamiento y le dimos algo de combustible al cuerpo. Luego comenzamos el siguiente segmento de carrera, de casi 9 km, que subía y bajaba la Pared de Moore, de 240 metros de elevación, e incluía 642 escalones de piedra irregulares.

Cuando empezamos el ascenso, teníamos a otro equipo pisándonos los talones, así que apretamos la marcha. Al llegar arriba, a la torre de observación, ya habíamos conseguido poner algo de distancia entre nosotros y nuestros perseguidores. Allí, nos tomaron una foto para certificar que habíamos llegado a la cima y luego iniciamos el descenso por la parte trasera. Jarrod y yo acordamos que nos lo tomaríamos con calma. El equipo que nos perseguía nos adelantó, y rápidamente los perdimos de vista. Una vez finalizado el descenso, retomamos un buen ritmo, pero para entonces la pregunta era, ¿podíamos ganar aún la carrera?

Llegamos al siguiente tramo de natación, de 20 metros, como “toros en una tienda de porcelana”, sin utilizar ninguno de nuestros complementos. Luego, durante los siguientes 400 metros de carrera, sí que nos preparamos para nadar 500 metros más. Habíamos entrado en calor, así que nadé con la cabeza arriba hasta la primera boya para no enfriarme demasiado. Los líderes nos sacaban unos 180 metros de ventaja. La natación de Jarrod fue mucho mejor, y cuando acabamos el segmento, la ventaja ya era de unos 70 metros. Saqué a mi compañero del agua para no perder tiempo en recuperar el equilibrio o la orientación.

Cuando nos tocó nadar otro tramo de 20 metros, le dije a Jarrod que necesitábamos nadar igual de fuerte una vez más, ya que así les sacaríamos ventaja a nuestros rivales. Él respondió con un "asegúrate de mantenerme a tus pies". Al igual que había pasado anteriormente, Jarrod comenzó a sufrir por el frío, justo cuando estábamos por conseguir el liderato. Fue la primera vez en todo el día en que pensé que tal vez unirnos con una cuerda hubiera sido una gran idea.

Salí del agua con fuego en mis entrañas y puñales en los ojos. Faltaban menos de 10 km hasta la meta. Saqué a Jarrod del agua y nos dirigimos hacia la travesía de las cascadas. Las manos de Jarrod estaban tan frías que no podía atar sus palas al cinturón, así que las cogí y las enganché en el mío. Llegamos a las cascadas, trepamos por una serie de cuerdas, y saliendo del sendero de la cascada vimos que el equipo que ocupaba el tercer puesto no estaba demasiado lejos. Después de dos horas y media de carrera, tres equipos nos disputábamos el liderato con dos minutos de diferencia entre nosotros.

Este segmento de carrera cuesta abajo nos vino mejor que el anterior. Corrimos de forma constante, mirando a menudo hacia atrás. Con todas las palas colgadas de mi cinturón, el repiqueteo nos hacía pensar que alguien nos estaba pisando los talones.
En el último tramo de agua, como no había tanta presión detrás, Jarrod y yo pudimos disfrutar de los últimos cinco o diez minutos de la carrera. Navegamos por el río dando alguna brazada cuando pudimos y dejándonos llevar por la corriente, aunque de vez en cuando quedábamos varados en alguna roca.

El tramo final de carrera fue de solo 90 metros, con algunas escaleras niveladas hasta el área de meta. Jarrod y yo nos sorprendimos un poco de haberlo logrado. Sí, teníamos cierta ventaja, pero es que en la carrera no hubo carbono. No había bicicleta. Había caminos de montaña y lagos fríos. Jarrod me enseñó que la paciencia gana, porque de haber ido a los ritmos a los que yo quería ir, no sé si hubiéramos encontrado la línea de meta sin algunos calambres significativos.

El SwimRun es un deporte puro. Igual que el triatlón en su momento, del que me enamoré cuando empecé hace más de 20 años, cuando la mayoría de las carreras eran distancias únicas y la gente competía solo contra sus amigos, y no para ganar nada. El SwimRun se trata más de comunidad. Es una disciplina difícil y, a parte del equipamiento y el silbato de emergencia, en gran medida autosuficiente. Si esto es algo que te interesa, aunque sea remotamente, pruébalo. Si no lo ves claro, lamento que te lo pierdas.

 

SOBRE ANDREW STARYKOWICZ

Andrew Starykowicz lleva más de 10 años con Orca. Durante este tiempo, ha ganado varios 70.3 y Ironmans por todo el mundo. Fue el primer estadounidense en bajar de 8 horas en un Ironman (2013). Andrew no sólo representa a Orca en la competición, sino que también ayuda al equipo en el desarrollo de producto, manteniendo a la marca en la vanguardia de la velocidad.

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