Nadar en aguas abiertas siempre es una aventura. Explorar y descubrir nuevos rincones, entrar en contacto con la fauna y flora marina o intentar superarnos yendo más allá de nuestros límites puede ser fascinante y motivador para cualquier nadador. Pero hay ocasiones en las que el mar o la meteorología no acompañan y puede parecer que los elementos se ponen en nuestra contra. En estos casos es importante estar tranquilos y optar siempre por la opción más segura.
LA SEGURIDAD ES LO PRIMERO
Está claro que cada situación requerirá de una respuesta concreta, por lo que a continuación os planteamos escenarios hipotéticos y nuestra recomendación a la hora de encararlos.
Cambio inesperado del tiempo: en el caso de que veamos que la situación se complica por momentos (aumento del viento, olas cada vez más grandes, rayos...), lo más recomendable es parar, mirar a nuestro alrededor, salir del agua en el punto más cercano y hacer el resto del camino andando. Ya tendremos tiempo de seguir adelante con nuestra aventura en otra ocasión en la que nadar no suponga un riesgo.
Nos sorprende una corriente: si súbitamente nos vemos atrapados en una corriente que nos arrastra mar adentro, primero de todo debemos mantener la calma, y a continuación, seguir estos pasos:
• Lo primero es frenar, no malgastar energía, y dejarse arrastrar por la corriente sin perder de vista la línea de la playa, observando los cambios en el mar para saber cuándo empezar a nadar de nuevo.
• Cuando notemos que la corriente se debilita, empezar a nadar en paralelo a la línea de costa para salir del flujo principal. Este tiene que ser el primer objetivo.
• Una vez hayamos salido, ya podemos nadar hacia la orilla, aprovechando incluso las olas entrantes que van hacia la playa.
• Si a pesar de todo no podemos alcanzar la orilla, debemos parar, reservar nuestra energía, y buscar a alguien en la playa o en una embarcación que nos pueda asistir. En el caso de tener una boya (muy recomendable) esto nos permitirá descansar cogiéndonos a ella mientras llega la ayuda.
LA PREPARACIÓN ES FUNDAMENTAL
Para poder afrontar los retos que nos presenta el mar es básico estar preparado física, técnica y mentalmente. Un buen entrenamiento y dominar la técnica específica de natación en aguas abiertas será de gran ayuda a la hora de seguir nadando cuando las condiciones se complican. Pero sin la parte mental, sin poder mantener la calma, sin poder pensar en cuál es el siguiente paso, de poco nos servirá ser los más fuertes del océano. Tal y como dice el atleta de Orca, Pablo Dapena, en este otro artículo de nuestro blog, “la fuerza mental es la parte invisible del deportista, la que te hace ganar o perder una carrera”, o en este caso la que te puede dar ese último empujón para afrontar unas difíciles condiciones en aguas abiertas.
Todos estos elementos, la técnica, la fuerza física y la mental, se pueden trabajar, se pueden entrenar y se van desarrollando a medida que vamos acumulando experiencia como nadadores de aguas abiertas. Es importante ser constantes, escuchar a los más experimentados y sobre todo nunca perderle el respeto al mar.
TENER LOS MATERIALES ADECUADOS
Sean cuales sean las condiciones del mar, tener los materiales idóneos será siempre de gran ayuda a la hora de enfrentarnos a situaciones complicadas. Un buen neopreno y una boya de seguridad deberían estar siempre en nuestra check list.
• El neopreno: en el caso de encontrarnos en una situación difícil que nos impida salir del mar con rapidez, contar con un neopreno adecuado, que nos proporcione una buena flotabilidad y un buen aislamiento térmico, puede ayudarnos a permanecer durante más tiempo en el agua sin agotarnos en exceso y manteniendo una correcta temperatura corporal. Además, si el neopreno cuenta con paneles de alta visibilidad, esto facilitará nuestra localización si tenemos que ser evacuados.
• Boya: se trata de un accesorio fundamental que siempre debería estar presente en nuestras aventuras de aguas abiertas. No solo nos permite llevar nuestros objetos personales en un compartimento estanco (llevar el teléfono siempre puede ser de gran ayuda), sino que también nos aporta una gran visibilidad y un extra de flotabilidad en caso de necesidad.
Siempre que estemos preparados, y contemos con la experiencia suficiente, unas condiciones meteorológicas adversas o un mar revuelto pueden llegar a hacer que nuestra experiencia en aguas abiertas se convierta en toda una aventura.