¿Qué significa nadar en entornos naturales o lo que se conoce como wild swimming? Esta pregunta se formularon Kate Moles y Charlotte Bales, investigadoras y profesoras de sociología en la Universidad de Cardiff, y dio pie al inicio de su investigación Suspended and immersed: video methods and wild swimming. Aquí nos muestran una parte pequeña de su proyecto, que trata sobre los motivos que nos empujan a nadar, el sentido que tiene la natación para nosotros y la experiencia que vivimos una vez estamos dentro del agua.
Kate Moles and Charlotte Bates - Profesoras de sociología en la Universidad de Cardiff
Un grupo de mujeres se reúne dos o tres veces por semana para desafiar al mar de Norfolk, buscando un hueco en su día a día, siempre que el clima se lo permita. Se conocieron nadando hace tres años y desde entonces, nadan juntas casi todas las semanas. A veces, el clima se interpone, pero casi siempre las ganas por nadar acaban por unirlas. Suelen llegar preparadas, con los trajes de neopreno puestos y por separado, cada una en su coche. Sólo les falta el gorro de neopreno y los calcetines o Hydro Booties para adentrarse en el mar. A menudo alguna de ellas se queda atrás, ajustando las gafas, y comprobando que todo está preparado para cuando salgan del agua. Los momentos que comparten en el agua les unen y fortalecen. Tienen entre 68 y 79 años y nadan en aguas abiertas durante todo el año.
Fotografías tomadas por Wendy con una cámara desechable como parte del proyecto.
Anthea y Norma vienen a darse un "buen" baño; "arriba y abajo", con inmersión completa. Liz y Wendy prefieren "saltar arriba y abajo", evitando sumergir la cabeza y experimentar el frío por completo. Con el neopreno, gorros, guantes y calcetines de neopreno, el frío ya no es una barrera para ellas. Este equipamiento les permite disfrutar más de la experiencia, nadando y sintiendo cada deslizamiento y brazada; y quedarse más tiempo en el agua, alargando el momento que pasan alejadas de tierra firme.
‘Me deslizo por el agua, sintiéndome fuerte. Empujo con fuerza mis brazos, moviendo el agua; luego tiro hacia abajo, inspiro y doy la patada con las piernas juntas para impulsarme hacia adelante. Me deslizo y comienzo la brazada de nuevo” describen.
Fotografías tomadas por Wendy con una cámara desechable como parte del proyecto.
PODEROSAS, VIVAS Y CONECTADAS
Estas mujeres hablan sobre cómo la natación les fortalece – "cuando sales del agua, sientes que puedes salvar el mundo"–, y de la importancia que el agua ha adquirido en su día a día. El ritual de preparar las bolsas, reunirse, nadar y regresar a casa para dar paso a otras actividades marca el ritmo de sus días. Sin ese momento, los días pierden el ritmo, y llegan a echarlo en falta.
Juntas, viven ese momento en el que los pies abandonan la arena para sumergirse en el agua salada, ateniéndose a reglas de movimiento diferentes, a placer y riesgo. Esto conlleva una responsabilidad: se cuidan mutuamente y se conocen a sí mismas de una manera que nunca antes lo habrían hecho. El agua puede hacerte vulnerable, por lo que te hace confiar en las personas que tienes al lado. Este grupo de mujeres se cuidan unas a otras, compartiendo momentos de aventuras, risas y alegría. Han llegado a aceptar y apreciar los momentos de placer e incomodidad, propios y de las demás. A veces, se encuentran con focas y disfrutan de los encuentros, con la esperanza de que se trate de cachorros jóvenes y curiosos – "de todos modos parecemos cuatro focas cuando vienen a echar un vistazo", dicen. Disfrutan del agua, de los encuentros con la vida marina y con las demás personas en la playa. La natación las hace sentir poderosas, vivas y conectadas. Los beneficios mentales y físicos para estas mujeres, junto con las conexiones sociales, son evidentes.
Grupos de nadadores y nadadoras como este se forman debido a la confianza y los valores compartidos, porque comparten lo que significa nadar juntos y lo que esto les produce. A través de la natación se crean vínculos especiales: fortalece las amistades y hace que los vínculos se mantengan firmes. Este lazo existe tanto en la tierra como en el mar, entrelazándose y equilibrándose entre sí. Su amistad perdura, a través del agua fría, a pesar de los desafíos. Siempre que pueden regresan al mar, para estar juntas entre las olas, mirándose las unas a las otras y compartiendo momentos.
Fotografías tomadas por Wendy con una cámara desechable como parte del proyecto.
EL RECUERDO DEL AGUA SALADA
Juntas salen del agua y caminan de regreso al aparcamiento en lo alto del acantilado donde, no sin dificultades, se quitan los trajes de neopreno y se ponen la ropa seca. A veces llevan una silla para facilitar ese último tirón del traje de neopreno, y también esterillas para para evitar que los pies se enfríen. No sabrían nadar solas, explican riendo, necesitan ayudarse a quitarse los trajes de neopreno.
Fotografías tomadas por Wendy con una cámara desechable como parte del proyecto.
A medida que mejora el clima y el grupo de mujeres que se reúnen aumenta, empiezan a traer tumbonas, bebidas calientes y bolas energéticas caseras para disfrutar después. Luego regresan por separado a sus diferentes actividades y rutinas, pero el recuerdo del agua salada perdura. Vuelven a casa, secan su material y empiezan a planificar juntas su próxima salida al mar.
Encuentros como este ocurren en todo el mundo. En nuestro proyecto de investigación sobre la natación en aguas abiertas en el Reino Unido, nos encontramos con amistades hechas y fortalecidas sólo por el hecho de nadar juntas. Hemos conocido grupos de nadadores que, como las Norfolk Dippers, nadaron durante el invierno por primera vez este año. El confinamiento les impulsó a probar algo desconocido y la pandemia les alejó de las piscinas interiores.
Nos hemos unido a nadadores en viajes que ya habían hecho muchas veces - familiares, mundanos, ritualistas - y en otros nuevos - emocionantes, aterradores, desorientadores. Hemos explorado momentos de alegría, miedo, malestar y placer con nuestros participantes, en diferentes momentos y en diferentes aguas, pero la fuerza de los lazos forjados en y a través del agua son similares en todos estos encuentros. Nadar en agua fría (así es en el Reino Unido casi todo el tiempo) requiere una complicidad especial: vuelve a las personas más vulnerables y valientes, facilita que se abran unas a otras y estrechen sus lazos.
Fotografías tomadas por Wendy con una cámara desechable como parte del proyecto.
ACERCA DE KATE MOLES Y CHARLOTTE BATES
Kate y Charlotte son sociólogas que trabajan en la Universidad de Cardiff. Este proyecto explora los mundos multisensoriales del wild swimming, las formas en que los nadadores entienden el bienestar, la alegría y el riesgo en el agua y los lazos que se crean y mantienen a través de estos encuentros.