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Nadar en aguas frías: respuesta del cuerpo y aclimatación

Nadar en aguas abiertas es, sin duda, toda una aventura. Pero si además lo hacemos en temperaturas por debajo de lo habitual, la experiencia puede llegar a ser aún más intensa.

Nadar en aguas abiertas es, sin duda, toda una aventura. Pero si además lo hacemos en temperaturas por debajo de lo habitual, la experiencia puede llegar a ser aún más intensa. Antes de zambullirnos en aguas a 15ºC o menos de temperatura hay diversos aspectos que debemos considerar. Para saber más sobre el tema, hemos hablado con la  Doctora Heather Massey, experta en fisiología térmica, de altitud y de supervivencia en la Universidad británica de Portsmouth. Massey no solo nos ha explicado cómo aclimatarnos, si no también cómo reacciona nuestro cuerpo ante una inmersión en agua fría.

INMERSIÓN INICIAL

Cuando nos sumergimos en agua fría nuestro cuerpo desarrolla una respuesta de shock por frío. Esto se traduce en un gran jadeo, seguido de una respiración rápida y aumento en la frecuencia cardíaca y en la presión arterial. Esta reacción del cuerpo sucede cuando nos metemos en aguas que rondan los 10ºC o 15ºC de temperatura, pero también pueden ocurrir en temperaturas más altas, entre 20ºC y 25ºC, aunque con menor intensidad. Esta respuesta involuntaria del cuerpo puede llegar a ser problemática si nuestras vías respiratorias están bajo el agua cuando necesitamos respirar, o si sufrimos de enfermedades cardíacas o vasculares subyacentes.

Este shock se produce por la estimulación de los receptores de frío que se encuentran en la superficie de la piel y, nos ocurre especialmente si no estamos aclimatados. En estos casos experimentamos una sensación de enfriamiento en la piel, aunque si la temperatura del agua es inferior de 8ºC, también se estimularán los receptores del dolor.

TODOS EXPERIMENTAMOS LA MISMA SENSACIÓN ANTE EL AGUA FRÍA

Aunque es cierto que ante una inmersión inicial en agua fría, todos tenemos la misma sensación de shock por frío, aquellos que están aclimatados no tendrán una respuesta tan grande o tan intensa.

Los receptores de frío se encuentran aproximadamente a 0,18 mm de la superficie de la piel y por encima de cualquier capa de grasa subcutánea, por lo tanto, la respuesta al shock por frío no se ve afectada por la cantidad de grasa corporal que tiene el individuo. No obstante, la forma y el tamaño de la persona sí influyen en el enfriamiento de los tejidos periféricos y profundos. Es decir, aquellos que son delgados se enfriarán más rápidamente que una persona con grandes reservas de grasa subcutánea.

EL USO DEL NEOPRENO NO EVITA EL SHOCK POR FRÍO, PERO REDUCE LA CANTIDAD DE CALOR QUE PERDEMOS

El uso de un traje de neopreno no evita que se produzca la respuesta al shock por frío, ya que para que el traje funcione el agua debe inundarlo. De esta manera, la capa de agua estará fría inicialmente y, por lo tanto, estimulará los receptores del frío y la respuesta de nuestro cuerpo. La inundación del neopreno puede ocurrir lentamente y, por lo tanto, la magnitud de la respuesta al shock por frío puede disminuir a medida que haya una exposición más gradual al agua fría. Esta es la razón por la que muchas personas llenan su traje de neopreno de agua antes de sumergirse por completo, para poder superar la respuesta al shock por frío antes de comenzar a nadar.

Pero, aunque el neopreno no evite que sintamos esa sensación de frío inicial, lo que sí podemos afirmar es que usar un traje de neopreno reducirá la cantidad de calor que perdemos, aumentará nuestro confort térmico y extenderá el tiempo que podemos nadar en agua fría. Además, nos aportará ventajas de rendimiento, mejorando nuestra flotabilidad y nuestra velocidad de nado.

CÓMO ACLIMATARNOS

Las inmersiones cortas y repetidas en agua fría reducirán gradualmente la respuesta de nuestro cuerpo al shock por frío. Tan solo 6 inmersiones pueden llegar reducir en un 50% los cambios en la respiración derivados de la respuesta al shock por frío. La recomendación es que los nadadores entren gradualmente en agua fría, ya que una inmersión rápida genera la estimulación de todos los receptores de frío a la vez y maximizará la respuesta al shock por frío. Entrar lentamente, en cambio, reducirá la magnitud de la reacción y nos permitirá aclimatarnos poco a poco.

Nadar en agua fría es algo que requiere un gran conocimiento de uno mismo y del entorno en el que está inmerso. Por este motivo, los consejos de la Doctora Heather Massey serán de gran utilidad para cualquier nadador que quiera vivir y experimentar la sensación de nadar en aguas frías con más seguridad y confort.

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Toma la cinta métrica y colócala en la parte más ancha del pecho.

Sitúa el inicio de la cinta métrica y rodea tu pecho, manteniendo la cinta recta, hasta encontrar el punto inicial.

Consigue un libro, un espejo de mano y un lápiz.

Quítate el calzado y cualquier accesorio que lleves en la cabeza.

Busca una superficie totalmente plana que tenga una pared lisa detrás.

Ponte de pie frente a la pared, con los pies juntos.

Pon el libro en la cabeza y presiona contra la pared. Guíate con el espejo para comprobar que está en posición horizontal y bien centrada. Marca con un lápiz en la pared la posición de la parte superior de la cabeza.

Una vez hecha la marca, sal de esa posición y coge una cinta métrica. Con ella debes medir la distancia del suelo a la marca que hiciste con el lápiz.

Súbete a la báscula, sin ropa ni accesorios y anota la información.

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